La historia de Rosie, una gallina ponedora
Esta es la historia de Rosie, una gallina ponedora sensible, inteligente y con un gran instinto maternal. Una historia que la industria del huevo oculta a los consumidores. Una historia de maltrato animal que los consumidores tenemos el poder de cambiar. Rosie nació en el seno de la industria del huevo en una incubadora industrial. No conoció a su madre y desde el primer minuto de vida se le negó cualquier estímulo natural. En la incubadora identificaron que era hembra. Si hubiera sido macho habría acabado convertido en pienso para animales de granja, tras ser gaseado vivo, triturado o aplastado con mazas. A las pocas horas fue enviada a una granja de engorde, donde pasó los siguientes cinco meses aumentando de peso. Las condiciones en la granja de engorde eran terribles. Rosie no podía satisfacer sus instintos, solo podía comer y engordar. Sin embargo, lo peor estaba por llegar. Al alcanzar el peso adecuado para la industria del huevo, Rosie fue enviada a la granja industrial donde ha de pasar el resto de sus días. Vive enjaulada junto a cinco gallinas más en una diminuta y sucia jaula metálica con suelo de rejilla. El espacio que tiene para vivir es equivalente a la superficie de un folio de papel.
Rosie no puede hacer nada de lo que hacen las gallinas en libertad. Ni siquiera tiene espacio para extender sus alas. Una de las compañeras de jaula de Rosie murió al quedarle la cabeza atrapada entre los alambres y su cuerpo en descomposición no ha sido retirado. Rosie, como el resto de gallinas ponedoras en la ganadería industrial, pertenece a una raza que ha sufrido selección artificial a lo largo de décadas. Su ritmo de puesta de huevos es antinatural. Llegará a poner 300 huevos al año, cuando en libertad pondría muchos menos. Al año y medio de vida en la jaula, si sobrevive, el ritmo de puesta decrecerá. En ese momento dejará de ser de valor para la industria del huevo y será enviada al matadero. Rosie morirá siendo degollada cabeza abajo. Si no fuera por esta historia, nadie sabría nada de su paso por la vida. Nadie llegaría a conocer lo sensible, inteligente y especial que es. Y nadie nunca descubriría lo mucho que ha sufrido desde el primer minuto de vida. Por Rosie y por todas las gallinas en manos de la industria del huevo, por favor, considera dejar los huevos fuera de tu plato.
FOMENTA LA COMPASIÓN
Como madre capaz de sentir empatía, una gallina defenderá a sus polluelos a toda costa. Apoya el amor de una madre sustituyendo los huevos por alternativas vegetales en tu alimentación.