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Cerdos en granja industrial

La publicidad engañosa y el mito de los animales felices


Para intentar revertir la tendencia hacia la disminución del consumo de carne, la industria está llevando a cabo campañas publicitarias y de lavado de imagen cada vez más agresivas.

Podríamos decir que durante las últimas dos décadas la empatía hacía los animales criados para consumo no ha dejado de crecer. Los consumidores son cada día más conscientes de que detrás de los productos que adquieren están las vidas de los animales y quieren saber más. De hecho, el 82% de los europeos, según el Eurobarómetro, consideran que el bienestar de los animales en granjas debería protegerse mejor. 

Ante esta nueva realidad y para intentar revertir la tendencia hacia la disminución del consumo de carne y reducir el efecto de las noticias sobre maltrato animal, impacto medioambiental y perjuicios para la salud, la industria está llevando a cabo campañas publicitarias y de lavado de imagen cada vez más agresivas.

A los anuncios bucólicos sobre animales viviendo vidas felices, cuidados por familias de granjeros comprometidos con su bienestar, que incluso, como en el anuncio de una conocida marca de leche, tocan el piano a las vacas para que se duerman, comienzan a sumarse estrategias que van mucho más allá.

Los sellos de “bienestar animal”

Ante la patente falsedad de los relatos sobre animales felices, la industria da un paso más e intenta vestir de objetividad el mito. ¿Cómo? Utilizando una supuesta transparencia que se materializa en sellos de “bienestar animal”.

Muchos de estos sellos son simplemente operaciones de marketing para hacer creer al consumidor que detrás de los productos que está adquiriendo no ha habido abuso o maltrato hacia los animales. Uno de los ejemplos más flagrantes de este tipo de certificaciones es el sello “Compromiso Bienestar Certificado” creado por INTERPORC, la Interprofesional del sector porcino. Un sello que ha sido calificado como una mera herramienta de lavado de imagen tras ser analizado por el veterinario Alfonso Senovilla.   

Dicho informe [1], concluye que en el mejor de los casos los requerimientos para obtener el sello solo exigen a la industria cumplir la legislación actual, completamente obsoleta en materia de bienestar animal.

Para obtener este sello basta con cumplir porcentajes sorprendentemente altos en situaciones que atentan contra el bienestar de los animales. Por ejemplo, permite que el 20% de los cerdos padezcan dificultades respiratorias o que un 5% sufra prolapsos rectales o uterinos. Permite la castración de los cerditos sin utilizar ningún tipo de anestesia o analgesia hasta los 7 días de vida y acepta que el recorte de dientes, corte de rabo o la castración, sean realizados por personal no veterinario. Consiente el aturdimiento con CO2, que causa a los cerdos angustia severa y acepta que las cerdas usadas para criar pasen hasta 5 meses al año, enjauladas. 

Estas condiciones son totalmente incompatibles con algunos de los principios generales de bienestar animal como no sufrir dolor, moverse con libertad o poder desarrollar comportamientos naturales.

La difusión de información falsa

Otra de las prácticas desarrolladas por la industria cárnica en los últimos años ha sido la de difundir información falsa.

En 2021, presentamos una denuncia en España contra Interporc, ante el Ministerio de Consumo. Interporc había lanzado campañas publicitarias en las que promocionaba la carne de cerdo, considerada carne roja, como si fuese carne blanca, y por tanto más saludable que la roja.

Utilizando slogans como; «La carne de cerdo es nuestra carne blanca más rica» o «Carne de cerdo; beneficios de una carne blanca, rica y saludable» Interporc también financiaba sus campañas con fondos públicos procedentes de Europa.

Estas prácticas incumplen lo establecido en el Reglamento sobre Información alimentaria facilitada al consumidor, y vulneran la Ley General para la Defensa de los Consumidores que establece que la publicidad falsa o engañosa de los bienes o servicios será perseguida y sancionada como fraude.

Expertos al servicio de la industria en los medios de comunicación

En 2016 la Organización Mundial de la Salud (OMS) publica un informe [2] en el que relaciona el consumo de carne con el riesgo de padecer cáncer. ¿Cuál fue la reacción de la industria para limpiar su imagen? Contratar a una consultora encargada de diseñar y ejecutar su respuesta ante la crisis generada. El informe [3] que elaboró se denominó «Crisis IARC-OMS». En él la consultora Sprim detalla las medidas a tomar y resalta que no se debía «ofrecer a los medios de comunicación testimonios de ningún representante del sector».

La consultora pretendió así que la respuesta fuera ofrecida «de manera indirecta» por «expertos científicos» para tratar de dar más legitimidad a su estrategia. Los científicos intervinieron en más de 50 ocasiones en prensa, radio y televisión aportando la opinión que la industria cárnica quería ofrecer sobre el informe de la OMS. Estos «expertos» en ningún momento aclararon que hacían el papel de portavoces indirectos de las organizaciones Interporc, Provacuno, Asici e Interovic.

Algunos de los «expertos» reconocieron haber aceptado dinero por parte de la industria cárnica para ofrecer su opinión en los medios.

Estos son solo algunos ejemplos de las prácticas propagandísticas de las que la industria ganadera es capaz para evitar que los consumidores vean la realidad y así perpetuar tanto el mito de los animales felices como el de la imperiosa necesidad de seguir consumiendo sus productos.

No olvides que pese a las prácticas de la industria cada una de nosotras/os podemos poner fin al maltrato que padecen los animales en granjas y mataderos eligiendo opciones vegetales en nuestra alimentación.


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