El gran circo de la tristeza
Las palabras de José María González, director del Gran Circo Mundial, donde afirma “que los animales salvajes están mucho mejor en las jaulas de su circo que en la selva”, refleja el bajo nivel cultural de los promotores de este tipo de espectáculos. Los circos no pueden ni de lejos atender las necesidades naturales de los animales: giras interminables, viajes larguísimos, encadenamiento de una pata trasera y delantera que solo les permite tumbarse, levantarse o arrastrarse adelante o atrás en sus minúsculas jaulas. Traslados aprisionados dentro de camiones-jaula, donde solo pisan tierra durante el cruel entrenamiento o los escasos minutos de su número, soportar el frío del invierno o el fuerte calor del verano, sin luz, sin apenas ventilación y rodeados de excrementos, manteniéndolos sedientos para que durante los viajes orinen menos y no se ensucie tanto la jaula, la bodega del barco o el habitáculo del camión. No es cierto que los animales vivan más tiempo en un circo, la media de vida, por ejemplo, de un elefante en su medio natural es de 70 años, pero en cautividad no supera los 14 o 15 años. La falta de ejercicio, el estrés del encierro casi permanente, la obligación de hacer piruetas antinaturales, el maltrato de los domadores; les hace pasar una vida marcada por la tristeza y el miedo, sin apenas relación con los otros de su especie, aguantando golpes de las varas, de las estacas con pinchos, látigos, etc. Todo un conglomerado de acciones que vejan y quitan la dignidad a cualquier ser vivo, que nació para ser libre, no para ser enjaulado y utilizado para beneficio económico de ciertos empresarios circenses. Cada vez más se les cierran las puertas en la Unión Europea a los circos con animales, muchos países avanzados como Austria, Holanda, Suecia, Finlandia, Dinamarca, Suiza. Países empobrecidos como Argentina, La India o ciudades como Barcelona los han prohibido, declarando su territorio como libre de circos con animales. Solo desde administraciones públicas incultas y sin sensibilidad con los animales se sigue apoyando un espectáculo dantesco y triste. En este caso el Gobierno de Canarias, los Cabildos de Tenerife y Gran Canaria y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, financian con dinero de los ciudadanos y seden gratuitamente sus espacios y su logística para que se siga explotando a los animales, mostrando a los niños sus comportamientos antinaturales, la violencia de los domadores ante unos espectadores que desconocen lo que hay detrás del glamour y el show del maltrato animal. Actualmente,existen circos como el Cirque du Soleil, El Circo de Oz, El Circo New Pickle Family, Cirque D’Hiver, el Circo Ekún y el Circo Imperial Chino que no utilizan animales como parte de su espectáculo. No estando en absoluto descafeinados como dice el director del Gran Circo Mundial, sino que ofrecen un espectáculo que dignifica a la especie humana en su relación con el resto de los seres vivos. Los circos no tienen ninguna función conservacionista, sino que contribuyen a la extinción de especies animales salvajes, para los cuales la normativa del Convenio CITES son solo papel mojado. Fomentan que las mafias del trafico ilegal de animales se sigan lucrando, esquilmando a especies que están a punto de desaparecer para siempre del planeta. Un estudio reciente de la RSPCA (Real Sociedad Protectora de Animales), reveló que, en más de un 40% de los casos analizados, los grandes felinos se resistían a salir a la pista por lo que había que obligarlos a latigazos y golpes, que de los 36 elefantes indios y africanos que viajaban en circo por el Reino Unido en 2006, 34 habían sido capturados en estado salvaje de forma ilegal por traficantes de animales, pasando bruscamente de la familia a la soledad y del campo a las jaulas y los castigos. Los circos despojan de la dignidad a magnificas criaturas, forzándoles a realizar trucos ridículos y dolorosos. Debemos mostrar a los niños que hay que respetar a los animales, al resto de los habitantes de la tierra. Cumplir como padres y educadores una de las resoluciones de la Asociación de Profesores y Tutores del Estado Español que recomienda que: “a los niños se les debería disuadir de asistir a cualquier exhibición o atracción que involucre a animales en manifestación indigna, alojándoles en habitáculos no satisfactorios, o sometidos a sospechosos métodos de entrenamiento”. La mejor argumentación para acabar con el maltrato animal es el boicot, por eso desde el movimiento ecologista pedimos a los ciudadanos y ciudadanas de Canarias que no asistan a ningún circo con animales. Las proezas que se presentan a bombo y platillo en estos espectáculos no son más que el resultado de golpes, trabajos forzados, penurias y vejaciones a unos seres que no tienen culpa del egoísmo y la infinita crueldad de ciertos miembros de la especie humana. Recordemos que lamentablemente al terminar las risas y los aplausos, al finalizar la función no todos pueden regresar a casa, algunos están obligados a volver tras las rejas. Fuente – ecologistasenaccion.org