Réplica de Igualdad Animal a Juan Ramón Rallo
Después de la crítica, la replica de Igualdad Animal y la respuesta de Rallo, reproducimos a continuación la contrarréplica de Igualdad Animal:
Réplica a Rallo Señor Rallo, creemos que usted también se merece una réplica. Sigue usted basándose en la capacidad de comprender las normas éticas para poder ser sujeto de derechos. De esa manera, usted olvida que no hay una relación necesaria entre dichos conceptos, y que no es necesario comprender las normas éticas para convertirse en sujeto de derecho (y, por tanto, verse respetado en los intereses propios).
Con el objetivo de salvaguardar las consecuencias de su planteamiento, usted apela en primer lugar a la potencialidad que tienen los niños humanos de comprender las normas éticas. Sin embargo, dichos niños han de ser respetados en sus intereses por lo que son, y no por lo que pueden llegar a ser. Son individuos que se ven afectados por nuestras acciones, y en virtud de ello (y no de su potencialidad), son considerados sujetos de derecho.
Hay muchos niños humanos que no van a desarrollar su potencialidad, como aquellos que sufren enfermedades terminales. ¿Deberían, por ello, dejar de ser tenidos en cuenta los intereses de estos niños? Ya que, debido a su enfermedad terminal, no serán capaces de desarrollarse hasta el punto de comprender las normas éticas, ¿sería legítimo emplearlos como recursos? Asimismo, cualquiera de nosotros podemos perder dicha capacidad.
Por ejemplo, al sufrir un accidente que nos produzca graves daños psíquicos. ¿Qué ocurre entonces? ¿Esos individuos pasan de repente a ser un medio para la satisfacción de otros? Siendo consecuentes con el análisis que usted realiza (un análisis que no compartimos), sería perfectamente aceptable emplear a esos individuos como recursos: empleándolos como alimento, realizando experimentos a su costa, vistiéndonos con ellos, encerrarles en zoos y circos, etc. Obviamente, usted no defiende emplearlos como recursos. Son contradicciones a las que se llega cuando se pretende realizar argumentaciones ad hoc para justificar el especismo.
Es revelador a este respecto que usted no defienda emplear como recursos a aquellos discapacitados incapaces de comprender las normas éticas. Usted defiende, apelando al derecho a defenderse, que “lo lógico sería someterlo y aislarlo de la población”.
Usted no defiende que ese humano sea esclavizado, ni que sea asesinado, ni que pueda servir como alimento o vestido a aquellos humanos que sí comprendemos las normas éticas. Es decir, que usted defiende que hay intereses en esos humanos (como el de vivir) que deben ser respetados, aunque esos humanos no comprenden las normas éticas. De tal forma, usted reconoce implícitamente que no es necesario el comprender las normas éticas para ser considerado sujeto de derecho. Por el contrario, nosotros consideramos que deben ser respetados los intereses de todos los animales (no olvidemos que los humanos también somos animales), debido a nuestra capacidad de sentir, con independencia de si comprendemos o no las normas éticas. De esta manera, la comunidad de respeto no sólo queda restringida a determinados humanos (que es lo que se deduce de su planteamiento contractualista), sino que abarca a todos los animales. Al margen de eso, nosotros no defendemos que se acabó “protegernos del frío”.
Es perfectamente legítimo que nos protejamos del frío, pero lo que no es legítimo es hacerlo a costa de los intereses de otro animal (de la misma manera que no es legítimo hacerlo a costa de los intereses de un humano incapaz de comprender las normas éticas). En cuanto a lo que denomina, de forma poco científica, proteínas de calidad, hay que decir que una dieta vegana (aquella que excluye cualquier alimento de origen animal) supone una combinación de distintos productos vegetales, y que la deficiencia de determinada proteína en una planta se compensa con su abundancia en otra planta. Una dieta vegana es apta en cualquier momento de la vida, como señala la Asociación Americana de Dietética y la Asociación de Dietistas del Canadá, que afirman: “La dieta vegana bien planificada y otros tipos de dietas vegetarianas son apropiadas para todas las etapas del ciclo de la vida”.
El señor Rallo cae en la burda caricatura cuando dice: “Tiene bemoles el asunto. Vamos a ver, si ahora hay, pongamos, mil millones de animales en cautividad y hoy mismo se prohíbe tenerlos encerrados, habrá que liberarlos ipso facto”. Es una burda caricatura porque simplifica el procedimiento por el que se llegará a la igualdad animal. En ningún lugar donde haya mil millones de animales en cautividad se va a prohibir tenerlos encerrados. Si en la actualidad hay miles de millones de animales en cautividad es porque existe una demanda al respecto. Esos animales son cautivos porque en la actualidad son usados como alimento, vestido, modo de entretenimiento, forma de experimentación, etc. El caso de laboratorio que plantea Juan Ramón Rallo es un absoluto sinsentido, porque una sociedad en la que los demás animales (tengamos en cuenta que nosotros también somos animales) son usados no va a prohibir el cautiverio de los mismos. Para dirigirnos hacia una sociedad donde exista una igualdad animal, lo que tenemos que hacer es no emplear al resto de animales como recursos, y aceptar que son individuos con intereses que deben ser respetados.
No emplearlos como alimento, ropa, modo de entretenimiento, ni en cualquier otro ámbito. De tal manera, se reduce la demanda del asesinato de animales, y en consecuencia también el número de asesinatos. Somos perfectamente conscientes de que la mayor parte de la población humana emplea a los animales, y por eso carece de sentido hablar de las consecuencias de instaurar medidas por la abolición del uso de los demás animales “aquí y ahora”. Nuestra estrategia no pasa por ese planteamiento infantil que ha entendido el señor Rallo. En cuanto a los santuarios de animales, obviamente los animales que viven allí no han ido por su propia voluntad. Son animales que han sido liberados de la muerte y la tortura que sufrían en granjas, y que ahora viven en un lugar donde sus intereses son respetados. Animales que han sido domesticados a lo largo de milenios, y que morirían en poco tiempo si no vivieran en un lugar de acogida.
Naturalmente, el señor Rallo no considerará que son vulnerados los intereses de un niño humano huérfano que es llevado a un centro de acogida, en lugar de ser abandonado a su suerte en las calles. Sin embargo, sí consideran que son vulnerados los intereses de los cerdos y otros animales que viven en lugares como Peaceful Prairie Sanctuary. A dichas contradicciones llega el señor Rallo por su especismo, prejuicio por el cual considera que los intereses de determinados animales deben ser privilegiados en función de la especie a la que pertenecen. Un prejuicio comparable a otras discriminaciones como el racismo y el sexismo, y contra el cual nos posicionamos frontalmente desde la organización Igualdad Animal. Daniel Dorado Alfaro Responsable del Área Legal de Igualdad Animal