Los granjeros que dejaron de comer y criar animales para salvarlos de la crueldad
«Vamos a tratar a los animales como a ellos le gustaría que los trataran».
Así lo vieron todo Carol y Julian Pearce luego de dedicar 20 años de su vida a la producción de leche y queso de cabra.
A diferencia de lo que ocurre con las prácticas estándar de la industria láctea estándar, la pequeña granja de los Pearce tenía una estricta política de No-Matar.
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Jamás enviaron al matadero a cabras cuyo nivel de producción de leche había descendido y trataban a todos los animales con «amor y dulzura», según ellos mismos afirman.
Además rescataban animales como vacas, cerdos, gallinas y pollos que habían sido maltratados o para salvarlos de ir al matadero.
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Entonces, un día tuvieron que tomar una decisión muy importante: si querían seguir siendo un refugio de animales de granja no podían seguir criando animales para producir leche.
«Ser una granja de productos lácteos todavía era un problema. Al no criar, podemos salvar a los animales de la crueldad en lugar de apoyarla trayendo más al mundo».
Fue así como pasaron de ser los galardonados fabricantes de queso de cabra a producir queso a partir de leche de anacardo y nueces.
Para que den leche, las vacas, cabras y otras madres de la industria deben estar embarazadas. Luego del parto sufren inmensamente cuando sus hijos les son arrebatados. Lloran por días y los llaman desesperadamente y nunca los vuelven a ver.
A las hembras las incorporan a este ciclo de crueldad y maltrato, y a los machos (no rentables para la industria) los matan siendo aún unos bebés.
Los Pearce comprendieron que no solo podemos vivir sin comer animales sino que ser compasivos y respetuosos es lo mínimo que podemos hacer por todos aquellos con quienes compartimos este mundo.
Fuente:
https://www.sanctuaryatsoledad.org/our-story.html