Un impuesto a la carne salvaría miles de vidas
Desde hace años, poner impuestos a productos que tengan un impacto negativo en la salud es una estrategia que varios gobiernos vienen siguiendo. Luego del tabaco y el azúcar, la carne ocupa el tercer lugar en la lista de los productos por los cuales se pagan impuestos en 265 países. Lo motivos son contundentes y de urgencia.
Desde hace años, poner impuestos a productos que tengan un impacto negativo en la salud es una estrategia que varios gobiernos vienen siguiendo. Luego del tabaco y el azúcar, la carne ocupa el tercer lugar en la lista de los productos por los cuales se pagan impuestos en 265 países. Lo motivos son contundentes y de urgencia. De acuerdo con un estudio publicado en la revista Plos One, colocar un impuesto a la carne salvaría muchas vidas y también permitiría ahorrar miles de millones de dólares para atención médica. Ya en 2015, expertos en cáncer de la Organización Mundial de la Salud, ubicaron a las carnes procesadas en nivel 1, el mismo en el que encuentran también el tabaco, el alcohol, el arsénico y el asbesto. Las carnes rojas se sitúan sólo un nivel por debajo. Aplicar un impuesto a la carne será inevitable y probablemente esto se hará a nivel internacional en un plazo de cinco a diez años. La idea detrás de esto, por supuesto, tiene que ver también con el hecho de que la industria ganadera es responsable del 15 % de los gases de efecto invernadero que se emiten en todo el mundo. Además, el derroche de recursos como el agua y tierras y el abuso de antibióticos por parte de la industria también juegan un rol esencial en el impacto negativo de la producción de carnes.
El reciente estudio reveló que un impuesto del 20% sobre la carne roja no procesada y uno del 110% sobre productos procesados reducirían las muertes anuales en 220.000 y recaudarían 170.000 millones de dólares. Igualmente, el aumento de los precios reduciría el consumo de carne a dos porciones semanales en contraste con la porción diaria que toman las personas en los países con mayor poder adquisitivo y permitiría un ahorro de 41.000 millones de dólares en atención médica.
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Marco Springmann del Oxford Martin Program on the Future of Food de la Universidad de Oxford y quien dirigió el estudio declaró: «Nadie quiere que los gobiernos le digan a la gente lo que pueden y no pueden comer. Pero los costos de atención médica incurridos por comer carne roja a menudo son pagados por todos los contribuyentes. Está totalmente bien si quieren consumir carne roja, pero esta decisión de consumo personal realmente implica una tensión en los fondos públicos. No se trata de quitarle algo a la gente, se trata de ser justos». En otro estudio publicado hace un mes, Springmann aseguró que adoptar dietas basadas en vegetales no solo ayudaría a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en más de la mitad sino también otros impactos medioambientales, como los derivados de la aplicación de fertilizantes y el uso de tierras de cultivo y agua dulce, de una décima a una cuarta parte. Y en un informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC), algunos de los científicos más destacados del mundo hicieron «un último llamado» para advertir que solo contamos con 12 años para evitar que el aumento de la temperatura global supere los 1,5 Cº. Los impuestos propuestos por el estudio permitirían una reducción del 16% del consumo de carne procesada a nivel mundial, lo cual provocaría a su vez una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en 110 millones de toneladas por año. Springmann nos recuerda a todos una realidad sobre este riesgo presente cada día en nuestras vidas: «Es algo ya sabido que si no hacemos algo para parar las emisiones que generan las industrias alimentarias, no tendremos ninguna opción de limitar el calentamiento global por debajo de los 2ºC». Y añade «pero si tienes que pagar un 40% más por tu chuleta, puede que elijas comerla una vez a la semana en vez de dos». Fuente