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Seis razones por las que estar contra la ganadería industrial te hace marcar la diferencia


El maltrato animal tiene muchas formas y desgraciadas consecuencias. Algunas son más visibles que otras. Nos resultan reconocibles, hasta familiares. Lo verdaderamente perturbador es que el peor maltrato animal conocido permanece oculto a nuestros ojos. Hasta ahora.

¿Quién no quiere la abolición de la tauromaquia?, ¿quién no conoce la terrible problemática de los abandonos de animales? A estas alturas, pocas, muy pocas personas.

Y, sin embargo, el peor maltrato animal está sucediendo ahora mismo muy cerca de nosotros sin que la mayoría seamos realmente conscientes de él. Hablamos de la ganadería industrial, la causante de las peores torturas imaginables a un número de animales que se escapa a nuestra comprensión.

A continuación te hacemos ver por qué estar contra el maltrato animal supone estar contra la ganadería industrial. Así marcamos la diferencia cada vez más consumidores.

1. Animales maltratados en cadena hasta la muerte

La industria de la ganadería industrial es una engrasada maquinaria que convierte a sensibles e inteligentes animales en bandejas de carne.

Cada gallina, pollo, cerdo, vaca o ternera en manos de esta industria vive torturado sistemáticamente desde el primer día de su vida.

2. Para que la rueda siga girando hay que producir más y más animales

La rueda de producción en la industria ganadera nunca para. Abastecer a los supermercados requiere la crianza de más y más animales.

Las madres son inseminadas artificialmente una vez tras otra. Las crías llevadas lejos de ellas.

Las familias no existen en la ganadería industrial. Al dejar de comprar carne, leche o huevos ayudas a parar la rueda.

3. Golpes, amputaciones, confinamiento

Trabajar en granjas industriales y mataderos conlleva la insensibilización ante el sufrimiento de los animales.

De manera cotidiana los trabajadores tienen que manipular a tantos animales para alcanzar la cuota de producción que el maltrato se convierte en la norma.

En las granjas los animales viven en condiciones de hacinamiento. A algunas crías, como los cerditos, se les amputa el rabo y se les cortan los dientes y testículos sin anestesia.

4. Negación de instintos naturales

Todos los animales de granja tienen instintos naturales que necesitan satisfacer. En libertad, pueden desarrollarlos y comportarse acorde a su propia naturaleza. En las granjas industriales es bien distinto.

Su vida en ellas se limita a engordar, producir y morir. Carecen de todo aquello que necesitan para llevar una vida saludable.

Sufren maltrato animal a diario, como norma.

5. Mataderos: el infierno en la tierra

Las bandejas de carne que vemos en los supermercados provienen de la ganadería industrial. El destino de cada animal en manos de esta industria es el matadero.

Los mataderos operan a escalas tan grandes para satisfacer la demanda que en apariencia se asemejan a cadenas de montaje.

La muerte es brutal: colgados cabeza abajo, son degollados y mueren desangrándose.

6. La ganadería industrial se basa en mentiras

¿Cómo conseguir que el peor maltrato animal conocido pasa desapercibido para sociedades cada vez más concienciadas? Sencillo: mintiendo a gran escala a los consumidores. Somos literalmente bombardeados por la publicidad falseada de la industria cárnica, láctea y del huevo. En sus productos vemos animales felices en verdes y soleados prados. Si has leído hasta aquí, ya sabes la escandalosa mentira que supone esta publicidad. Por eso se gastan millones en ella.


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