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Bienvenido al matadero: un viaje al lugar que la industria cárnica no te va a mostrar


Si hubieses tenido la desgracia de nacer siendo un animal de granja, tu final tendría lugar en el matadero. No importaría qué animal fueses: un cerdo, una vaca, un pollo, una gallina, un conejo… Todos pasan sus últimos momentos aquí, y eso incluye a los animales que proceden de la ganadería «ecológica» o tradicional. Bienvenido al matadero.

Si hubieses tenido la desgracia de nacer siendo un animal de granja, tu final tendría lugar en el matadero. No importaría qué animal fueses: un cerdo, una vaca, un pollo, una gallina, un conejo… Todos pasan sus últimos momentos aquí, y eso incluye a los animales que proceden de la ganadería «ecológica» o tradicional. Bienvenido al matadero. Llegarías en un camión junto a otros compañeros como tú. Tu procedencia sería la granja de engorde, donde habrías vivido toda tu corta vida. Si tuvieses la mala suerte de haber nacido siendo un pollo o una gallina ponedora, el viaje en el abarrotado camión sería la única vez que verías la luz del sol.

A tu llegada al matadero te forzarían a bajar del camión y entrar. Usarían una barra metálica que proporciona descargas eléctricas para obligarte a caminar. Te harían pasar por una sección en la que unas duchas mojarían tu cuerpo; ¿el objetivo? Que tu temperatura corporal baje después del estresante viaje, limpiarte y que la descarga eléctrica de alto voltaje con la que te van a dejar aturdido funcione más efectivamente. Si fueses un animal pequeño, como un conejo, un pollo o una gallina, llegarías directamente en cajas abarrotadas en las que algunos de tus compañeros habrían viajado con huesos rotos al ser introducidos bruscamente en ellas. Puede que en la granja hubiesen marcado tu cuerpo con esprays para saber en qué lote irías al matadero. Pero en comparación con lo que te esperaría, ese sería el menor de tus problemas. Llegado tu momento, te aplicarían una descarga eléctrica de alto voltaje para dejarte inconsciente antes de ser degollado. Puede que te parezca horrible, pero es lo mejor que te podría pasar: si no te aplican bien la descarga por negligencia (lo que sucede a menudo) estarás consciente mientras te desangras por la garganta. Si eres un cerdo o un cordero la descarga te la aplicarán en las sienes con unas tenazas especiales electrificadas. Si eres una vaca, un toro o un caballo, el método cambia: te perforarán el cráneo con una pistola especial llamada «de bala cautiva» Si eres un animal de tamaño pequeño te sumergirán en agua electrificada. Lucharás por tu vida, pero no tendrás nada que hacer. Ha llegado el momento de colgarte cabeza abajo para degollarte. Si eres un animal de tamaño grande con toda posibilidad al hacerlo te desgarrarán los músculos de las piernas traseras. Te manejarán con rudeza y desprecio por tu agonía. Solo te ven como carne. Tu vida se escapará a borbotones por tu garganta. Tendrás estertores de muerte y agonizarás durante largos segundos, puede que incluso minutos. Todo habrá acabado para ti. Ha llegado el momento de que la industria cárnica procese tu cuerpo para convertirlo en carne; carne que los consumidores comprarán en los supermercados en cómodas y asépticas bandejas. Nadie sabrá nunca nada de tu paso por la vida. A menos que hagamos algo para evitar que los mataderos sigan funcionando. ¿Lo haremos?


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