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Por qué la ganadería industrial es la mayor causante de maltrato animal de la historia


Nunca antes en la historia habían muerto tal cantidad de animales para nuestra alimentación; y nunca antes en la historia cada uno de estos inocentes seres había padecido tanto sufrimiento a lo largo de su vida.

Según estadísticas de la ONU, cada año, la ganadería industrial envía al matadero a un número de animales de granja equivalente a ocho veces la población humana del planeta Tierra. Nunca antes en la historia habían muerto tal cantidad de animales para nuestra alimentación; y nunca antes en la historia cada uno de estos inocentes seres había padecido tanto sufrimiento a lo largo de su vida. La ganadería industrial es la principal causante de maltrato animal en la historia. Los animales, víctimas silenciosas, han sido convertidos en simples máquinas generadoras de carne, leche y huevos. Seres sensibles con un deseo de vivir, a los que sus vidas les son robadas. Estas son las imágenes de la ganadería industrial. Imágenes que nos muestran la realidad que se nos oculta. Si alguna vez pensaste en ayudar a los animales, no hay mejor momento que el actual. Al sustituir la carne en tu alimentación, ayudarás en cada comida a que estas imágenes pasen a formar parte del pasado. Las granjas industriales son naves sin ventanas y con luz y ventilación artificial son los lugares donde viven los animales que acaban en las bandejas del supermercado. Sin que nos demos cuenta, estos siniestros lugares nos rodean. El interior parece sacado de una pesadilla. Animales convertidos en máquinas de producir carne a costa de un sufrimiento inimaginable desde el día que nacen. En esta imagen vemos a cerdas en jaulas tan pequeñas que ni siquiera pueden darse la vuelta. Este es un procedimiento estándar. La vida de los cerdos no es fácil. Estos  animales inteligentes y sensibles sufren enormemente. Sus miradas, a menudo, nos hablan de la tristeza y frustración ante una vida sin sol, aire, compañeros y estímulos naturales. Los que nacen más débiles suelen morir sin atención veterinaria. Sus anónimas y cortas vidas acabarán en la basura. No habrán conocido el mínimo gesto de compasión. Como en una cadena de montaje, los animales son apilados en cajas y enviados a las granjas de engorde, donde estos pollitos de la industria de la carne vivirán aproximadamente 40 días más, luego serán enviados al matadero. Nunca llegarán a conocer a su madre. No sentirán su protección y cariño, solo la rudeza de los seres humanos. En esta imagen un pollito es vacunado antes de ser enviado a la granja de engorde. Cada año, millones como él pasan por los mismos tormentos. Como en el caso de los cerdos, a los que nacen más débiles y tienen pocas esperanzas de sobrevivir son  tirados a la basura directamente donde morirán sofocados o aplastados con mazas. Estos animales no reciben atención veterinaria individual. Sencillamente, no se gastará ni un céntimo en ellos, la industria de la carne los prefiere muertos. Enjaulados y sin poder moverse, estos pobres patos de la industria del foie gras viven un auténtico infierno desde el día que vienen al mundo. Pasarán su corta vida sin poder moverse. Se les alimentará con un tubo muy largo que se introduce por el esófago para llevar el alimento directamente al estómago y asegurar que el hígado engorde de forma antinatural. Las bajas en las granjas son comunes. Las condiciones extremas en las que viven producen estragos. Muchos animales no están preparados para resistir. En esta imagen un pato de la industria de la carne ha colapsado y no puede ni ponerse en pie. La industria láctea es responsable de uno de los ciclos productivos más crueles que existen: se insemina a las vacas artificialmente, se les separa de sus hijos nada más nacer y se les sustrae la leche que estaba destinada a sus pequeños. Cuando dejan de dar leche vuelven a ser inseminadas. Y así, una vez tras otra. Sus hijos macho serán matados al poco tiempo para darnos carne de ternera; las hembras se convertirán en la siguiente generación de vacas productoras de leche inseminadas artificialmente. La industria del huevo hacina a decenas de miles de gallinas (a veces cientos de miles) en  naves gigantescas. Hasta seis de ellas conviven en pequeñas jaulas apenas sin espacio. Ni siquiera pueden extender sus alas. El ritmo de puesta de huevos es tan elevado que transcurrido un año y medio están exhaustas y las envían al matadero. Las condiciones extremas de vida en las jaulas les estresan hasta tal punto que se picotean entre ellas desesperadas. Por eso, y por la debilidad, pierden las plumas. Para evitar males mayores nada más nacer les seccionan parte del pico. Este proceso es increíblemente doloroso para ellas. Para muchos animales la única vez que verán la luz del sol será en su viaje al matadero. Las condiciones del transporte son inhumanas: hacinados en grandes camiones, a veces recorren largas distancias. No tienen ni alimento ni bebida durante el viaje. Estas imágenes no deberían formar parte de un mundo compasivo. El final de todos los animales de granja es el mismo: el matadero. Si sus vidas fueron miserables, sus muertes son espantosas: degollados cabeza abajo por el matarife. Ningún animal merece semejante vida ni tan cruel muerte. ¿Aprenderemos a ser solidarios?, ¿aprenderemos a respetar a nuestros compañeros de planeta?


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