Protesta en Galicia por la implantación del chip en caballos en lugar de la tradicional marca de fuego
El primer “curro” de la temporada de la rapa de caballos salvajes en Galicia, el de A Valga, en Oia (Pontevedra), se celebró este domingo sin la presencia de caballos y con un cariz de protesta contra el proyecto de la Xunta de establecer como obligatoria la implantación de microchips identificativos.
No hubo caballos, sólo ganaderos y “aloitadores” (los aloitadores son quienes se encargan de doblegar a los caballos, cortarles las crines y marcarlos a fuego durante los curros), que mostraron pancartas reivindicativas y de censura al decreto equino en el que trabaja la Xunta.
La Asociación de ganaderos de caballos del Monte da Groba lamenta que esta tradición de más de 400 años se vea interrumpida por la sustitución del clásico marcado a fuego por los microchips. El colectivo se pregunta quién se encargará de leer el microchip de un caballo que entra en una propiedad, causa destrozos y luego huye, e insiste en que con la marca tradicional se puede controlar con mayor efectividad a los animales salvajes.
Rapa das Bestas en Sabucedo, Galicia
«La Xunta defiende los curros, el caballo gallego y la ley», comentó ayer José Álvarez Robledo, director general de Produción Agropecuaria ante la protesta de A Valga.
Álvarez Robledo recordó que el reglamento europeo obliga a identificar a todos los equinos y que «no puede entrar en el matadero ningún animal sin identificar». También hizo hincapié en que sólo hay que colocar microchip a yeguas y caballos, por lo que además ese gasto sería para toda la vida del animal. «A los potros, que son los que se sacrifican, cuesta 1,5 euros ponerles las marcas auriculares», afirmó.
Por lo pronto, está confirmada la suspensión de los curros de Torroña y Mougás, programados para junio, según la Asociación del Monte da Groba.
Es habitual recurrir a conceptos como la "tradición" para justificar el daño que causamos a los demás animales. Prácticas que jamás serían aceptadas por la sociedad si se aplicaran a seres humanos, encuentran su amparo en ritos, tradiciones y "manifestaciones culturales".
A pesar de las declaraciones del director de Producción Agropecuaria, sólo quienes defendemos los derechos de los animales defendemos a estos caballos, sean de la raza que sean, anteponiendo su interés en vivir y no ser dañados al de cualquier tradición o beneficio económico derivado de su explotación.
En España, durante 2011, y según cifras del Ministerio de Medio Ambiente Rural y Marino, fueron llevados a mataderos 40.525 equinos de distintas especies por su carne, piel o cuero. Esta cifra supone un incremento del 30% con respecto a 2010, mostrando una clara tendencia de aumento del consumo de productos obtenidos a partir de los cuerpos de estos animales.
Sólo dejando de demandar productos de origen animal podremos poner fin al daño que se les causa.