Detectada posible enfermedad junto a las granjas de cabras en Holanda
Las alarmas han vuelto a activarse en Holanda por la aparición de una nueva enfermedad respiratoria que podría haber mutado y estarse transmitiendo de las cabras a los humanos.
Los investigadores están estudiando el importante aumento de casos humanos de neumonía que se están registrando en las poblaciones cercanas a las granjas de cabras del país. Según los estudios realizados hasta el momento el riesgo de contraer neumonía aumenta entre un 20% y un 55% en las personas que viven cerca de estas granjas.
La fiebre Q mató a 95 personas hace 10 años
Esta no es la primera vez que una enfermedad respiratoria asociada a las granjas de cabras se transmite a los humanos en Países Bajos. En 2007 un brote de fiebre Q causó la muerte de 95 personas y tardó tres años en ser controlado contagiando a miles de personas. 50.000 cabras usadas para producir leche fueron sacrificadas por el Gobierno para intentar controlar la enfermedad.
La fiebre Q es una infección respiratoria que afecta particularmente a las cabras, y ovejas, y que se encuentra en la placenta, el líquido amniótico, la orina, las heces y la leche de estos animales.
Aproximadamente la mitad de los 4000 casos humanos registrados entre 2007 y 2010, terminaron desarrollando complicaciones, como insuficiencia cardíaca. Se cree que 50.000 personas en total resultaron infectadas.
Los efectos en los humanos varían, algunas personas no desarrollan síntomas y sin embargo, otras sufren fiebre, escalofríos, fatiga y dolor muscular.
La amenaza de las enfermedades zoonóticas y la ganadería
Los expertos de la ONU y la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria acusan a la ganadería industrial de estar detrás de la mayoría de las nuevas enfermedades infecciosas en los seres humanos de la última década. Aseguran además que existe el riesgo de que sean el origen de nuevas pandemias.
Las terribles condiciones que soportan los animales en las granjas industriales; el hacinamiento, el uso excesivo de antibióticos y una baja diversidad genética hacen de la ganadería industrial el caldo de cultivo perfecto para que los patógenos se propaguen según estudios recientes.