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“Entrar en una granja industrial es tomar la píldora roja”: entrevista a un investigador


Conoce el testimonio de Javier Moreno, cofundador de Igualdad Animal que ha investigado numerosas veces las granjas industriales.

Los testimonios de las personas que están detrás de los logros históricos que hemos alcanzado para los animales son historias increíbles e inspiradoras y todo el mundo debería conocerlas.

Hoy conocerás la entrevista que hice a Javier Moreno, cofundador de Igualdad Animal. 

Javier se ha infiltrado numerosas veces en granjas industriales y ha sido testigo del desprecio e indiferencia con los que la industria trata a los animales. 

Su testimonio es sinónimo de perseverancia y fortaleza ante un realidad brutal.

C: Javier, cuéntame, ¿hay alguna experiencia en particular que te haya impactado más a la hora de investigar las granjas industriales?

Son muchas, es muy difícil señalar sólo una. La primera vez que entré en una granja de cerdos fue muy impactante. Ver a todos esos animales hacinados, convertidos literalmente en máquinas de producción. 

En ese mismo momento entendí la dimensión del maltrato que padecen, es tan abismal que es difícil explicarlo con palabras. 

Algo que me impactó mucho fue ver a las madres encerradas en jaulas en las que no se pueden mover. 

En ese momento tenía la sensación de estar en una pesadilla, me quedé paralizado y me preguntaba si lo que estaba viendo era real. 

Es realmente impresionante una situación así.

Más que una situación, lo que más me ha impactado siempre en las investigaciones son las miradas de los animales.

En los mataderos puedes ver el terror en sus ojos. En las granjas puedes ver la tristeza en sus miradas, y cuando haces contacto ocular con un animal concreto, y te mira. Lo ves encerrado, hacinado, sufriendo, y parece preguntarte ¿por qué? 

Cualquier persona que convive con perros o gatos entiende que tienen mundos emocionales, y esto es así con los animales encerrados en esas fábricas de carne que llamamos granjas. 

Cuando estás ahí dentro y lo ves en primera persona, es imposible no ponerse en el lugar de ese ser al que le han arrebatado todo, al que han privado de cualquier experiencia positiva en su vida. 

C: Javier, sé que sabes lo que te vas a encontrar pero ¿cómo te preparas para enfrentarte a todo esto?

Los días previos son muy importantes porque tienes que tener preparada toda la logística, cámaras, rutas, seguridad… y, sobre todo, es importante estar preparado para lo que vas a ver. Es muy distinto enfrentarte al maltrato animal a través de una pantalla que verlo en primera persona. 

Por mucho que te prepares, la realidad supera muchas veces lo que esperabas. 

Lo más duro realmente de una investigación es irte después de haber documentado toda clase de horrores y saber que esos animales siguen ahí, y no solo ahí, sino que ese infierno está ocurriendo paralelamente en miles de granjas. 

Pensar en todo ese sufrimiento te quiebra por dentro de alguna manera. 

Pero a la vez es lo que te da fuerzas para seguir haciéndolo, porque sabes que desvelar esa realidad es la que hace que poco a poco más personas sean conscientes y que la sociedad vaya avanzando en la protección de los animales, tanto a nivel individual como colectivo. 


Aunque lleve más de 15 años en Igualdad Animal, escuchar a Javi y su testimonio en primera persona me recordó lo difícil que es el trabajo de investigación y me sigue recordando lo importante que son para los animales nuestras investigaciones

Necesitamos tu ayuda para seguir investigando,


C: Al escucharte no puedo evitar recordar la primera vez que mencionabas, tuvo que marcarte mucho. ¿Nos puedes contar algo más? 

Como decía, la primera vez fue en una granja industrial de cerdos. Lo primero que te impacta nada más entrar es el olor. Esto no se percibe en los vídeos y es algo que ocurre en las granjas industriales.

El aire irrespirable y el olor, y luego ver las hileras de jaulas interminables, con animales encerrados, que parece no tener fin. 

Siempre me recordó a la escena de Matrix, cuando vemos por primera vez las hileras interminables de personas conectadas. 

Entrar en una granja industrial es de alguna manera “tomarte la píldora roja”. 

Accedes a una realidad que la industria cárnica oculta a los consumidores, y en ese momento eres consciente de la magnitud de la explotación de este sistema perverso, que ha convertido a los animales en máquinas de producción para convertirlos en carne barata. 

Y desde luego cambia tu vida para siempre. No conozco a nadie que la primera vez que ha realizado una investigación en granjas industriales no le haya marcado para siempre. 

C: Además de esa primera vez que nunca puedes olvidar, ¿de todas las investigaciones en las que has participado hay alguna que te haya marcado más?

Una de las investigaciones que más me ha impactado en mi vida fue la que realizamos en la granja de cerdos que proveía a El Pozo, en la que nos acompañó Jordi Évole y su equipo de Salvados. 

A pesar de haber documentado muchas granjas y tener experiencia, realmente lo que presenciamos en esa granja es de lo más abominable que he visto en mi vida. Corrales lleno de cerdos con malformaciones, canibalismo, animales con úlceras tan grandes que no podían ni moverse, sin atención veterinaria… no lo olvidaré nunca. 

Javier Moreno y Jordi Évole en un momento de la investigación en la granja de cerdos que suministraba a El Pozo

Recuerdo el caso y no imagino lo que pudiste sentir estando ahí de primera mano ¿Qué pensabas en ese momento? 

Eran muchos sentimientos, por un lado el impacto emocional de todo lo que estábamos presenciando.

Por otro lado, estar al lado de Jordi Évole y su equipo y saber que millones de personas iban a ver esa realidad por primera vez y se iba a crear un debate sin precedentes en España, como así fue cuando se publicó el reportaje. 

C: Sabemos que no es un trabajo fácil en absoluto, después de todo lo que has visto y vivido ¿qué es para tí lo más difícil del trabajo de un investigador? 

Lo más difícil es soportar la huella y el impacto emocional que te deja cada investigación. 

Todos esos animales que han pasado por nuestras cámaras, que ya han muerto, y saber que toda su vida fue sufrimiento y dolor. 

Que no tuvieron ninguna experiencia positiva en su existencia, condenados por una industria en la que la palabra compasión no tiene cabida. 

Difundir estas investigaciones y hacer visible el maltrato que padecen es lo menos que podemos hacer por ellos, para que haya registro de toda esta crueldad y vayamos avanzando hacia un mundo más compasivo y solidario, donde toda esta violencia deje de tener lugar. 

Que lo que ocurre tras los muros de las granjas salga a luz es fundamental para poner fin a la crueldad hacia los animales. Necesitamos seguir denunciando con nuevas pruebas y nuevas investigaciones que ayuden a los animales. 


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