Igualdad Animal responde al artículo “Crueldad vegana” de Andoni Luis Aduriz, chef de Mugaritz
Andoni Luis Aduriz, chef de Mugaritz, ha publicado este sábado 21 de julio un artículo titulado "Crueldad vegana" en su blog Mugaritzak en respuesta al escándalo en que se ha visto envuelto esta última semana después de que Igualdad Animal destapase el pasado domingo las múltiples ilegalidades y brutalidades en las que su proveedora de foie gras, Olga Posse, incurría en su granja Momotegi, así como la implicación de Mugaritz –y por ende su máximo responsable Aduriz– en estos hechos.
Andoni Luis Aduriz, chef de Mugaritz, ha publicado este sábado 21 de julio un artículo titulado “Crueldad vegana” en su blog Mugaritzak en respuesta al escándalo en que se ha visto envuelto esta última semana después de que Igualdad Animal destapase el pasado domingo las múltiples ilegalidades y brutalidades en las que su proveedora de foie gras, Olga Posse, incurría en su granja Momotegi, así como la implicación de Mugaritz –y por ende su máximo responsable Aduriz– en estos hechos. El chef trata de responder así ante el aluvión de críticas y la consiguiente crisis de imagen que los hechos divulgados han suscitado. Ya el propio título de su respuesta nos deja entrever que Aduriz ha despreciado la oportunidad que esta crisis le brindaba para adaptar sus políticas a la creciente sensibilidad y preocupación por el sufrimiento de los animales, optando en cambio, lamentablemente, por ignorar el problema, atacar a quienes le critican y hacerse la víctima. Aduriz admite que, aparte de su percepción gastronómica, los cuerpos de los animales con los que se comercia también representan sufrimiento y son cadáveres. Y es que esto es un hecho innegable y que a nadie debería sorprender: los animales cuyos cadáveres vemos en las vitrinas de carnicerías y pescaderías sufrieron terriblemente en vida hasta que ésta les fue arrebatada para que algunos chefs como Aduriz se lucren con ello. Para redundar en la evidencia, invitamos al chef de Mugaritz a ver el documental que realizamos sobre las granjas de cerdos de España (tras inspeccionar 172 instalaciones), así como la investigación sobre la matanza de los atunes en Cerdeña y a leer las opiniones de expertos veterinarios al respecto. Sin embargo, y pese a reconocer el sufrimiento de los animales que terminan en su cocina, Aduriz se ampara en la tradición, la cultura y la economía para sostener prácticas que atentan contra la vida de otros individuos. No es nada nuevo para quienes defendemos los derechos de los animales que se trate de poner trabas al avance moral de la sociedad alegando este tipo de excusas. Todos los movimientos sociales en contra de la discriminación, también por razones de sexo o de raza, han encontrado en sus detractores idénticas excusas para justificar la supremacía de ciertos grupos por encima de otros. No es nada nuevo, sólo deja patente, una vez más, la incapacidad del chef para ponerse en el lugar de aquéllos que son tratados injustamente. Con respecto a la condición omnívora de los seres humanos que menciona en su artículo, sólo aclarar que dicha condición implica que podemos alimentarnos tanto de fuentes de origen animal como vegetal, no que debamos hacerlo de ambas ni que ello sea correcto. Si tiene dudas al respecto de la viabilidad de una dieta 100% vegetal, le recomendamos que lea la opinión al respecto de la Academia de Nutrición y Dietética de Estados Unidos (ADA), que reune a más 67.000 profesionales de la alimentación y la nutrición, así como la de su equivalente en Canadá y Nueva Zelanda. También le resultará interesante conocer la postura a este respecto de la Generalitat de Cataluña y la Junta de Andalucía. Opiniones que, seguramente, estarán mucho más fundadas que sus propias percepciones. Es vergonzoso que, en relación a las irregularidades detectadas en nuestra investigación, la inexistencia de permiso de comercialización y la falta de control sanitario y veterinario de la granja que le provee, Aduriz se defienda diciendo que «Momotegi, la explotación de la polémica, en Francia sería legal»; en tanto en cuanto, su proveedora reconoce que Mugaritz ha aplicado el principio de “hecha la ley, hecha la trampa”. La Unión Europea en su directiva 98/58/CE prohibió la producción de foie gras en todo el territorio a excepción de las regiones de Francia, España, Bélgica, Hungría y Bulgaria donde ya se venía practicando tradicionalmente la alimentación forzada de patos y ocas. En el País Vasco concretamente y según la escasa información disponible, la única granja existente —y sin permiso para comercializar— es precisamente la que hemos denunciado y que sirve a Mugaritz.
Momotegi es una explotación ilegal que actúa incumpliendo numerosas normativas tanto referentes al trato a los animales como higiénico-sanitarias y de bioseguridad tal y como su propia responsable reconoce. Si la proveedora de Mugaritz llevase a cabo su actividad en Alemania, Italia, Inglaterra o cualquiera de los más de quince países que han prohibido ya la producción de foie gras, no sólo estaría incurriendo en una ilegalidad –como ya incurre de hecho– sino que además sería juzgada por maltrato y crueldad hacia los animales y se enfrentaría a una posible pena de cárcel. Tras tratar de lanzar dudas sobre nuestra credibilidad, Aduriz afirma que «Estaría bien poder escuchar la conversación completa» de nuestra grabación. Dada su inquietud, le ofrecemos acceder al contenido completo de la grabación realizada en la granja de su proveedora. Estaremos encantados de permitirle escuchar la conversación completa y/o visionar las imágenes cuando desee. Las únicas modificaciones llevadas a cabo exclusivamente por motivos de seguridad han sido la distorsión de la voz y rostros de nuestros investigadores para proteger su identidad y que puedan continuar su labor sin represalias ni injerencias, pues en ocasiones nuestros investigadores han llegado a ser perseguidos y amenazados de muerte por los granjeros investigados. Nos preguntamos eso sí, si una vez haya comprobado que el vídeo publicado es un fiel reflejo de las declaraciones de Olga Posse, Aduriz cancelará todo trato comercial con la misma o seguirá como hasta el momento buscando excusas para seguir comercializando sus productos. Asegura Aduriz —imaginamos que creyendo las excusas ofrecidas ahora por su proveedora por haber realizado tales declaraciones— que nuestros investigadores prometieron ayudar a ésta a regularizar su situación, sin embargo esto es rotundamente falso. Nuestros investigadores recomendaron a la señora Posse que consultase a ingenieros agrónomos u otros profesionales a este respecto. La verdad sobre este asunto no parece ser de interés para Aduriz, quien prefiere utilizarlo de todas formas en su artículo para tratar de cuestionar la investigación que ha destapado este escándalo por el que se ve directamente afectado. Cabe añadir respecto a nuestras investigaciones —cuyos métodos cumplen con los estándares de la investigación periodística— que éstas han sido objeto de artículos y reportajes en prestigiosos y rigurosos medios internacionales como el Sunday Times, la BBC o el Corriere della Sera entre muchos otros. Aduriz afirma no haber recibido todavía la denuncia interpuesta por Igualdad Animal contra su restaurante. Parece pretender suscitar así la incertidumbre en el lector sobre si realmente ha sido denunciado o se trata de un bulo. Para su información, la denuncia fue interpuesta el pasado 13 de julio en el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad de Madrid y suponemos por tanto que, salvo retrasos por razones burocráticas, no tardará en conocer el proceso iniciado. Obviamente no íbamos a informarle de que hemos interpuesto una denuncia sin haberlo hecho realmente. Las imágenes de otras explotaciones emitidas por televisión en acompañamiento a las de su proveedora se corresponden a las obtenidas en las granja Can Ruet de El Far d’Empordà (Cataluña). Esta granja es proveedora de la empresa Collverd, dirigida por Jordi Terol, presidente de Interpalm —la asociación interprofesional del foie gras— y vicepresidente de EuroFoieGras — la asociación europea de productores de foie gras— e incumple varias normativas en materia de bienestar animal, bioseguridad e higiénico-sanitarias, motivos por los que también ha sido debidamente denunciada. Si Aduriz denomina a esta granja «convencional y con todos los papeles en regla» no podemos más que concluir que el chef desconoce el contenido de dichas normativas y su declaración ha sido fruto nuevamente de una desafortunada improvisación. Entendemos que Aduriz no se ha tomado la molestia en conocer nuestra investigación sobre las granjas de foie gras pues en ella se recogen además los testimonios debidamente documentados de los propios granjeros investigados, quienes han reconocido las múltiples ilegalidades en que incurren: golpear a los animales, administrarles antibióticos para que así puedan ser forzados a tragar aún más comida, carecer de veterinario, matar a los animales sin aturdimiento previo, mantener confinados a los animales en jaulas individuales ilegales prohibidas en la Unión Europea y en las que ni siquiera se pueden dar la vuelta y un largo etcétera.
Cómo tratan a los patos en Momotegi
Afirma Aduriz que nunca ha visto un pato «ahogado o desastrado» en la granja de su proveedora, pero lo cierto es que Posse sí ha tenido animales heridos tal y como hemos documentado, y todo el tratamiento que han recibido ha sido ser separados del resto en la jaula grupal que tiene situada al fondo de su nave, permaneciendo así sin atención veterinaria hasta la fecha en que han sido degollados. Como ella misma dice ante la pregunta de si dispone de veterinario: «Hombre… ¡por poner reglas! Yo más o menos, la salud…».
Aduriz no hace mención alguna en su artículo al hecho de que Olga Posse provoque intencionada y premeditadamente la agonía de los patos al degollarlos sin aturdir, a pesar de que reconoce que es obligatorio. Con el fin de conseguir que el hígado sea de “mayor calidad” para los fogones de Aduriz —debido a que se valora más un hígado sin presencia de sangre y/o venas en su textura— ésta no duda en cortar el cuello a los animales mientras permanecen boca abajo y plenamente conscientes y mantener así su agonía durante varios minutos hasta que finalmente fallecen. El motivo de todo esto es que si permanecen conscientes y sufren tras ser degollados, tratarán inútilmente de aletear y patalear —”fuerzan” como dice Posse— provocando que el corazón lata más rápido y fuertemente haciendo que sus hígados (el foie gras) pierdan más sangre. Quizás la insensibilidad hacia el sufrimiento de los animales que el mismo Aduriz afirma que puede deberse a cómo le han enseñado a ver el mundo, haga que no le importe lo más mínimo cómo se realiza la matanza de los patos y ocas en la granja de Olga Posse y el sufrimiento inherente a la producción de foie gras. A una gran parte de la sociedad sí nos importa y no estamos dispuestos a mirar para otro lado y seguiremos haciéndole llegar nuestro rechazo y protestando, por más que Aduriz considere que el ejercicio de esta libertad debiera realizarse del modo que él preferiría, sin molestarle, y que aquello que se salga de su marco sea para él una coacción. En lugar de afrontar las críticas con humildad y reconocer los errores, Aduriz decide hacer uso del victimismo porque no parece gustarle que una parte de la sociedad, indignada ante el sufrimiento padecido por los animales y la insensibilidad con la que Mugaritz ha tratado este asunto, le exprese su opinión al respecto. Obviamente, desde Igualdad Animal nos desvinculamos y rechazamos toda amenaza o insulto que Aduriz haya recibido, faltaría más. Nosotros promovemos que todas aquellas personas sensibles ante el sufrimiento al que son sometidos estos animales se pongan en contacto con el restaurante para hacerles saber, respetuosamente, y haciendo uso de su legítima libertad de expresión, su opinión al respecto. Luego ya valorará Aduriz si tendrá en cuenta dichas opiniones o, como parece ser su postura hasta el momento, seguirá ignorándolas. La respuesta de Aduriz ante esta situación es por tanto, y a todas luces, decepcionante. En Mugaritz no han estado a la altura de las circunstancias. No han sabido afrontar esta crisis que lleva ya una semana afectando a su imagen y han actuado, a nuestro parecer, improvisando y sin criterio. Su primera reacción ante las críticas que empezaron a recibir a través de su página en Facebook fue la de ignorar su contenido y enrocarse en sus trece publicando además un vídeo corporativo de promoción de su proveedora –y ahora denunciada– Olga Posse. Ante tal desafortunada decisión, muchas personas indignadas decidieron hacer llegar su malestar al restaurante mediante críticas en las redes sociales y blogs, situación de la cual es totalmente responsable Mugaritz y su incapacidad a la hora de tratar el escándalo que recaía sobre su nombre. Incluso se ha publicado en internet un vídeo con el título “Publicidad engañosa, La verdad del foie gras de Mugaritz & Momotegi” en respuesta a la flagrante hipocresía e insensibilidad manifiesta de Mugaritz. En ese mismo vídeo encontramos el reconocimiento por parte de Julieta Caruso, jefa de cocina de Mugaritz, de su participación en la matanza de patos realizada por la señora Posse. Llega al punto de engañar al espectador afirmando que Posse tiene en todo momento cuidado de no provocar daño a los patos e incluso «les pone música clásica» cuando el método de matanza, como hemos explicado anteriormente, está pensado precisamente para causar una agonía prolongada a los animales con el fin de aumentar la calidad del foie gras que acabará en las mesas de Mugaritz. Tras la previsible avalancha de comentarios de indignación, Mugaritz decidió impedir que los usuarios pudiesen expresarse en su página, bloqueándolos y censurando sus opiniones y críticas. Como cualquiera que conozca mínimamente cómo una empresa responsable debería afrontar este tipo de situaciones, su decisión no podría haber sido más desacertada, tanto por ineficaz (nuevos usuarios seguirán opinando en las redes sociales y en su página sin que pueda impedirlo) como por la mala imagen que ofrece así ante la sociedad. A nuestro parecer, al igual que cualquier otra persona responsable de sus actos, el señor Aduriz debería tomarse en serio las críticas fundamentadas que está recibiendo. Para ello es imprescindible que, ante esta imprevista situación con la que se ha encontrado, supere la etapa inicial de sentir la necesidad de defenderse, desviar la atención, ignorar los hechos o atacar o despreciar a quienes, a sus ojos, son los culpables de sus recientes problemas, y, en cambio, escuche activamente. Lo que tanto nosotros como una parte de la sociedad también esperamos de él es que actúe al respecto con responsabilidad reconociendo, con humildad y sinceridad, su responsabilidad en estos hechos y renuncie al uso de foie gras como ya han hecho chefs como Charlie Trotter por ejemplo, por implicar, como hemos visto y así lo respaldan múltiples expertos veterinarios crueldad y maltrato hacia los animales —motivo por el que está siendo prohibido en cada vez más países—. Entendemos que para él, dada su educación y percepción, muchos animales de otras especies son productos gastronómicos pero quizá sea hora de comprender que tenemos una responsabilidad directa hacia los animales como seres que sienten y sufren por nuestras decisiones, y que no hay excusa para permanecer impasibles ante su sufrimiento, por muy bien que sepa éste. Se equivoca por tanto el señor Aduriz al atribuirnos el cambio de visión que algunas personas tenían de su restaurante. El mérito de esto, tenemos que decirle, es todo suyo. Los responsables de esta situación no somos nosotros sino Olga Posse, Aduriz y Mugaritz y los consumidores de foie gras. Nosotros hemos expuesto unos hechos ante las autoridades y la sociedad como consideramos nuestro deber, pues ésta tiene derecho a la información, especialmente sobre asuntos de interés general y tan relevantes como éstos. La sociedad, incluyendo los consumidores y posibles clientes de su restaurante, tienen derecho a conocer el origen ilegal de sus hígados y los brutales métodos para su obtención. Máxime cuando incluso estamos hablando de lo que, a todas luces, es un escándalo sanitario que podría poner en riesgo la salud de sus clientes. En esta línea se posiciona Clemente López, profesor de Producción Animal de la Universidad Complutense de Madrid quien ha declarado al respecto:
«Además de un problema de bienestar animal, una granja así supone un riesgo sanitario inasumible.»
Permítanos aclararle además que no es usted quien paga el alto precio por su forma de pensar: son los patos y ocas torturados hasta que mueren agonizando quienes lo pagan con su sufrimiento diario y, finalmente, con sus vidas. En su artículo reconoce que nuestro vídeo recoge muchas declaraciones desafortunadas de Olga Posse y que no comparte muchas de ellas. Sin embargo, Olga Posse no hace sino explicarnos los hechos que Aduriz ya conocía desde hacía tiempo. Suponemos entonces que lo que considera desafortunado no era tal realidad sino que ésta haya salido ahora a la luz. Dice Aduriz profesar respeto hacia los animales a la vez que defiende la brutal práctica de su proveedora y cocina los hígados inflamados de patos alimentados a la fuerza —con el equivalente para un humano de 20 Kg de comida diaria— hasta que dichos hígados pasen de los 50 g de su estado normal hasta los 600. Se comprenderá pues que, al igual que sucede con las declaraciones de la señora Posse quien, en su vídeo corporativo dice “tener feeling con las ocas” —las mismas a las que después degüella—, no le concedamos mucho crédito a sus palabras en estos momentos. Esperamos no obstante que, en lugar de buscar excusas tratando de generar simpatía mediante el victimismo y disculpar a su proveedora —cuyas prácticas supondrán previsiblemente el cierre de su granja—, dé usted el valiente paso de renunciar al uso de foie gras por el sufrimiento causado a los animales.
En la actualidad, la legislación es una herramienta totalmente centrada en los seres humanos. La protección que se intenta dar desde ella a los animales es simplista, pues son considerados siempre como objetos o propiedades, olvidando su condición de individuos, de seres que sienten y merecen respeto. El hecho de que tengamos que hacer uso de la legalidad para acabar con una industria tan falta de ética, pone de manifiesto la indefensión en la que se encuentran los animales: la ley casi no ofrece ningún recurso para protegerlos, la gran mayoría morirá desamparada a pesar de que en las granjas existen malos tratos continuados desde el mismo momento en que sus intereses, derechos y libertades son irrelevantes para los fines que el ser humano idea para ellos.
Sin embargo, gracias a la campaña en curso y las denuncias, se inicia el debate social que creemos primordial, necesario para que la producción de foie gras sea rechazada y posteriormente prohibida, evitando así que más de un millón de animales al año sean explotados y matados para la obtención de su hígado.