‘Fábricas de Carne’; la crueldad de la industria del pollo en España
Igualdad Animal presenta junto a Público ‘Fábricas de Carne’ un reportaje que documenta la crueldad del crecimiento rápido que sufren los pollos.
Para ello hemos visitado una misma granja durante las diferentes fases de desarrollo de los animales, acompañándonos en la última, Ana Pardo de Vera, directora Corporativa de Público. En ese momento los pollos se encontraban en los últimos días de crecimiento antes de ser enviados al matadero y pudimos registrar los efectos de la cría industrial intensiva:
Muchos de estos animales no se sostenían en pie por el enorme tamaño que han alcanzado en solo 30 días. Los que colapsan no pueden llegar a los comederos y acaban muriendo de inanición.
La mayoría tenían el abdomen abrasado a causa del amoniaco que emana del suelo donde se van acumulando sus propias heces y que nunca se limpia. Viven hacinados, sin casi espacio para moverse y el aire es irrespirable por la alta concentración de amoniaco. Además las condiciones higiénicas son lamentables animales muertos conviven con los vivos y los bebederos están completamente enmohecidos.
Si un bebé humano creciese al mismo ritmo; con dos meses pesaría 300 kilos
La última de estas visitas documenta el estado de los pollos aproximadamente 10 días antes de ser enviados al matadero, algo que sucede normalmente a los 42 días de vida, cuando aún ni siquiera han alcanzado la madurez sexual.
Los pollos criados para obtener carne han sido seleccionados genéticamente para crecer lo más rápido posible, gran parte de las enfermedades que padecen son consecuencia de esa selección. Hoy el ritmo de crecimiento de un pollo destinado a la producción de carne es 4 veces mayor que el de hace 70 años. Si un bebé humano creciese al mismo ritmo; con dos meses pesaría cerca de 300 kilos.
La relación de las pandemias con las granjas industriales de pollos
Expertos de Naciones Unidas y de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (AESA) señalan a los animales y a los alimentos de origen animal como el foco de enfermedades emergentes, como la covid-19. Aseguran que la ganadería industrial ha causado la mayoría de las nuevas enfermedades infecciosas en los seres humanos en la última década y que existe el riesgo de que sean el origen de nuevas pandemias como ya ha ocurrido con los mercados de animales vivos.
Además es en las granjas industriales de pollos es donde se han encontrado con más frecuencia virus que han mutado de una forma que sólo afecta a animales a una nueva y peligrosa para los humanos. Son estos nuevos virus con los que el sistema inmunológico no está familiarizado los que pueden resultar más mortales.
De las 16 cepas de nuevos virus de la gripe identificados actualmente como “de especial preocupación”, incluido el H5N1, 11 proceden del virus de la gripe aviar.
Antibióticos a diario para prevenir que enfermen
A los pollos criados para producir carne se les administran antibióticos de forma habitual como profilaxis rutinaria, es decir, para prevenir que enfermen. Algo generalizado pero que en el caso de España es aún más acusado, en las granjas españolas consumen cinco veces más antibióticos que en las francesas y el doble que en las portuguesas.
Anualmente mueren en el mundo 700 000 personas a causa de infecciones resistentes a los antibióticos, una cifra que podría llegar hasta los 10 millones en 2050 si no se toman medidas según apunta la Organización Mundial de la Salud.
41 millones de pollos mueren antes de llegar al matadero
En España se sacrifican al día 1,9 millones de pollos, 695 millones al año. Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación más del 5% (41 millones) murieron en las granjas en 2018 debido a las terribles condiciones de vida que soportan; 112.000 al día.
Los españoles cada vez consumimos menos carne fresca de pollo en España, sin embargo, cada vez se produce más para exportar a otros países.
Igualdad Animal, junto a las principales organizaciones animalistas europeas, forma parte del European Chicken Commitment, un acuerdo para lograr mejorar las condiciones de vida de los pollos. Juntas tratan de que las empresas cumplan criterios básicos de bienestar animal como limitar el hacinamiento, cumplir con unos estándares mínimos de luz, adoptar razas de crecimiento más lento o que las aves sean aturdidas con gas en vez de sumergiéndolas en agua electrificada, como se hace actualmente.