“Sam quería vivir”: rescate y testimonio de una investigadora
Soy Camilla, una investigadora de Igualdad Animal, y llevo varios años exponiendo la realidad de la industria de la carne de pollo.
Esperaba que, con el tiempo, presenciar su sufrimiento fuera menos doloroso de alguna manera y me equivoqué. Cada vez que entro en una granja sigo sintiendo el mismo pavor y la misma pena que la primera vez.
Los pollos de crecimiento rápido tienen gran predisposición a enfermedades genéticas, sufren de graves problemas del corazón, pulmones y patas cuando son enviados al matadero, si es que llegan a ese punto.
¿Te has preguntado lo que le pasa a los pollos de crecimiento rápido si se los deja vivir?
Hemos rescatado pollos de las granjas industriales y llevo su historia conmigo a todas partes y hoy quiero compartirla contigo.
Esta es:
Tres pollos – de la misma raza de crecimiento rápido – fueron criados en un refugio donde recibieron mucha atención y cuidados.
Lamentablemente, dos de ellos no vivieron lo suficiente como para recibir un nombre. Su estado empeoró rápidamente y ambos murieron al poco tiempo.
El tercero, al que llamamos Sam, tenía miedo a su nuevo entorno, pero pronto se adaptó.
Su experiencia con los humanos, hasta ese día, había sido solo de sufrimiento.
Poco a poco, su miedo a la gente desapareció y empezó a confiar en mí y a buscar mi compañía.
Resultó ser un pollo vivaracho y juguetón. Pero le vi crecer de forma anormal y engordar rápidamente, incluso bajo el régimen controlado de los veterinarios.
A pesar de todos los cuidados y atenciones médicas, sus órganos internos y su estructura ósea empezaron a fallar, aunque eso no detuvo su gran curiosidad ni su deseo de descubrir nuevas cosas.
Sus patas le fallaban. le construimos un dispositivo para ayudarle a andar y que pudiera seguir explorando a su manera.
Pero pronto llegaron las dificultades respiratorias y digestivas, las mismas que habían costado la vida a los otros dos pollos.
Poco a poco, Sam empezó a sufrir tanto que la vida se le hizo insoportable, y al año de edad murió en nuestros brazos y ante nuestros ojos.
Lo que más me impresionó fue el enorme contraste entre su vivacidad, sus ojos brillantes, sus ganas de moverse y el constante fallo de sus patas, que le impedían vivir como él quería.
Los pollos de crecimiento rápido nacen condenados a un cuerpo intencionalmente modificado y roto. Sufren enormemente porque han sido criados selectivamente a lo largo de los años por la industria cárnica que sólo quiere lucrarse con sus cuerpos.
Ojalá pudiera decir que los pollos tienen posibilidades de sobrevivir, pero la verdad es que cada día tienen que librar una batalla contra su propio cuerpo. Una batalla que, por desgracia, están destinados a perder.
Serán para siempre prisioneros de un cuerpo que no funciona, un cuerpo que no está diseñado para vivir, sino para crecer de forma anormal y convertirse en carne para los humanos mientras genera el mayor beneficio posible para la industria.
El cuerpo de Sam mes tras mes se degeneraba y me encontré pensando que es casi una “suerte” que la vida de un pollo de crecimiento rápido en una granja sea tan corta. Mueren en torno a las cinco semanas de vida, no son más que bebés de ojos azules.
Estoy acostumbrada a presenciar mucho sufrimiento, pero ver cómo se desvanecen nuestras esperanzas sin poder hacer nada es una de las cosas más duras a las que he tenido que enfrentarme en mi carrera. Realmente esperábamos, desde el fondo de nuestros corazones, que Sam -junto con los demás pollos- tuviera un futuro diferente, libre de dolor y sufrimiento.
A pesar de ello, nunca he pensado en rendirme.
¿Por qué sigo haciéndolo?
Lo hago por los pollos como Sam.
Lo hago para que todos los animales explotados en granjas puedan tener voz. Y para que tú, y todas las personas que pueden hacer algo por ellos, escuchéis sus historias y actuéis.
No es tarea fácil. La industria cárnica invierte mucha energía y dinero en asegurarse de que la gente no vea lo que yo filmo con mi cámara.
Todo el equipo de Igualdad Animal se dedica a sacar a la luz las formas en que esta industria engaña a la gente. Y lo hacemos con toda la experiencia y profesionalidad que hemos adquirido durante nuestros 15 años de investigación.
Somos los investigadores mejor formados del mundo. Hemos investigado más de 800 granjas y mataderos en 14 países.
En el centro de nuestra misión están los animales que se crían por su carne o su leche; los más ignorados, los más explotados; y los que -a ojos de tantos- no valen nada. Los que son como Sam.
Animales que son considerados objetos, los que mueren en mayor número a manos de los humanos y que apenas reciben protección.
Pero su grave desgracia no acaba ahí.
Los animales criados para el consumo humano sólo reciben el 1% de todas las donaciones para ayudar a los animales.
Y, sin embargo, son matados y maltratados en mayor número.
Por cada persona que lee estas líneas y las ignora por completo, se pierde una oportunidad de ayudar a los animales.
Para ellos, no hay nada peor que lo que viven cada día.
Pero en el momento en que decides hacer algo, les das una oportunidad a cada uno de ellos.
Con tu ayuda, podemos construir un futuro diferente, más compasivo, en el que por fin se respete y proteja a todos los animales.
Un mundo en el que pollos como Sam puedan correr libres.
Por favor, elige donar a Igualdad Animal hoy mismo para apoyar el trabajo que estamos haciendo por los pollos y por todos los animales que son explotados cada día por la industria de la ganadería.
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Muchas gracias,