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Con lágrimas en los ojos ellos decidieron no matar más animales.

28 febrero, 2017

Si trabajas en una granja de cría de animales sabrás que todo se maneja en términos de rentabilidad. Si un animal enferma o si desciende su nivel de producción (por ejemplo, de leche) implica un gasto innecesario y para él sólo hay un destino posible: el matadero.

Esto es lo que Chery Ezzel presenció día tras día en la granja de leche de cabras y vacas que administraba junto a su esposo Jim, hasta que un día su visión de lo que hacía para ganarse la vida cambió por completo.

Un día, en plena faena de ordeño, se dio cuenta de que un becerro estaba muy enfermo. Al preguntarle a Jim qué pasaría con él, este le dijo que sería vendido inmediatamente a algún comerciante que le haría matar por su carne.

Cheryl había ya presenciado cómo los terneros eran separados de sus madres para ser vendidos sin siquiera tomar el calostro, la primera leche que es crucial para su supervivencia.

También fue testigo de la desesperación de las vacas que llaman a sus bebés por días luego de que son separadas de ellos. ¿Cómo algo así puede calificarse como «humano»?, se pregunta ahora Cheryl.

Conscientes del sufrimiento que estaban provocando, Cheryl y Jim decidieron dejar la producción de leche de vaca para dedicarse únicamente a la producción de leche de cabra.

 

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Pensaron que podrían vender la leche y tener a los bebés viviendo con ellos para que no terminaran en el matadero, pero los costos de manutención eran muy elevados. Eran muchos bebés y cada año se sumaban más para que pudieran obtener suficiente leche para vender.

Como en algunas comunidades se acostumbra a comer la carne de estos bebés en Pascua, comenzaron a vender a los chivitos. Un día observaron cómo se llevaban en un camión a uno de ellos mientras este lloraba desesperadamente camino al matadero.

 

«Fue en ese momento terrorífico cuando Jim y yo nos miramos con lágrimas en los ojos y comenzamos nuestro camino hacia una vida sin matar».

 

Desde entonces, Jim y Cheryl abandonaron la producción de leche de cabra y convirtieron su granja en un refugio de animales de granja, animales silvestres y de perros y gatos.

 

Con la seguridad que ha ganado al hacer lo que considera correcto Cheryl nos dice: «Para Jim y para mi no existe algo como una cría de animales humana. Una agricultura humana es aquella que cultiva para la producción de una dieta basada en vegetales. La agricultura inhumana es la que cría seres que sienten y sufren para su producción y consumo».


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